Él ya no existe. Se lo fueron tragando las olas que también a mi me golpearon.
Él existe hoy, tal vez mañana, pero ayer ya no está ahí.
Como yo existo hoy, tengo problemas en asegurar su existencia.
Sé unas cuantas cosas sobre su ayer-existencia.
Él empata cuando le duele, y yo me desborono cuando le veo hacerlo.
Se dirige con ojos fijos, pantalones serios y pasos decididos a ilustrarse un mejor camino.
Lo felicito, el ego le ha servido, y le servirá, pero hacia mí es solo el imán separador.
Yo existo hoy, existí ayer y existiré.
Existo porque me emociono o lloró, existo porque soy fuerte y frágil a la vez.
Pero como él ya no existe, no lo comprende.
No se pueden esconder dinosaurios, ni pretender existencias cuando dos almas se aman y se odian.
Observando sus extrañas decisiones le pregunto a la yo que existe.
¿en qué existencia encontrarás al sol, tu felicidad?