25.3.12

Lo conocí; Serge Gainsbourg


Me has vuelto anarquista, me has hecho pegarme con el mar, y atravesar ese puerto en un domingo prohibido.
Si tus ojos saltan, los míos van a correr detrás de ellos. Atrapa el perro que se nos ha escapado ! Confiando en nuestros pies y no en tus ojos, porque aquí no hay que saltar.
Yo espero al lado de ésta roca que me dio un golpe, le estoy hablando, estamos haciendo las paces así como las hicimos tu y yo, después de un tiempo claro.
Atrapando los perros en la playa se nos puede ir mucho tiempo, tienes tiempo o especialmente hoy tienes que pintar las hojas en dorado de ese bello árbol que guardas en casa de tu madre?
Y los peces también dan besos dorados como tu?
Ahora entiendo todo el tiempo que pasas en el mar. Te untas de color, duermes tus ojos para que salten menos cuando me ven, flotas tus pensamientos, cuando sales llegas a mi casa a flotar tus sorprendentes nuevos sentimientos.
Los niños se ríen mientras inventas las voces de esos animales en plastilina, yo me río cuando imitas esa voz de ese cantante, creo que él debe agradecerte muchas cosas. (¿igual yo?)
Te ríes porque te he dicho siempre que no estoy pensando en nada, pero cuando te miro, estoy pensando en esos peces a los que les cuentas cosas que a mi no me cuentas.
Por ello me río, desconfía en que me estoy burlando, jamás me burlo de artistas como tú. Al pincel y al color les he aprendido a guardar respeto.
No soy tan pequeña, pero igual que tú, he guardado secretos en el mar.
Tu mismo me has visto caminar hacia esas rocas en horas de mareas bajas. Agacharme, susurrarle al mar, luego dejar ir las olas. ¿recuerdas?
Es que me gusta que él conozca mi corazón dividido, porque el mar solo es uno, y el dilema, son dos continentes.
Dejar la bicicleta en la calle de las flores, significa llegar a tu casa y beber un té para criticar al mundo, el dulce y el repudio nos sirven mucho.
¿Ahora qué quieres hacer? Yo sufro de la excusa para decirte hasta una próxima, y tú sufres del anarquismo del mundo y el arte de tu trabajo, para saltar con tus ojos saltones y tu sonrisa inocente hacia otro lugar.
Pintarás y fotografiarás el mar desde el norte espero.
Yo me dirijo a la montaña, cojo un "coquillage" amarillo, que nunca nunca te voy a regalar, porque simplemente dirá tu nombre cuando su color sea dorado.

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